1/5/08

• Décimas dionisíacas


por tucúquere

Con zapatos chuteadores
a sus rimas hago frente,
¡¡¡Dude de mi coeficiente
pero no de mis valores,
que del bien son detectores...

y del mal siempre se alejan!!!
Y aunque esto a todos nos duela
habrá que ir a a escuela...
las verdades nos aquejan,
los estudios, despellejan.

Y si estudio lo que estudio
es sólo por accidente,
pues la cosa más ardiente
no se halla en el preludio
de los libros que repudio...

Los libros son cosa buena,
conocerlos es necesario,
pero el feliz no es literario,
sino el fogoso hasta la vena
con mujer propia o ajena.

Le traigo una historia nueva
a usted mi amigo payero,
mientras al chusco libero,
ya que al salir de la cueva
del arte el nivel eleva.

dos puntos

Hace un tiempo la conocí
en ocasión pichiruche,
descendiente de los mapuches
esta muchacha maniquí
de bellezas un popurrí...
de arriba me cayó una diosa,
que mirada tan hermosa
que pestañas penetrantes
que me enamoré al tirante
de esta niña sustanciosa,

aunque lo que ahora canto
no son loas de lindura,
baste por abreviatura
decir que el mayor encanto
de Pont Neuf y Calicanto
son los ojos de Dionisia,
su alegría vitalicia,
y lo que el suspiro invoca:
la viveza de su boca
que a mi boca le es propicia.

Más no le cuento del resto,
lo mejor es morir pollo
pa' que entremos ya al meollo
de este nuestro manifiesto...
que si cago dentro del tiesto
y las cosas veo claras,
no he de entender tantas taras
que tiene su taita iñor,
si ofuscarse es lo pior
cuando laten dos cucharas.

no es ventaja ni perjuicio
pero ¡ay! es condicional,
que este caballero mortal
tenga por primer oficio
el del público servicio,
vestido de verde entero
radiante carabinero,
dictando la ley y el orden
sin defectos que lo aborden...
Dígame amigo payero:

Usted que es de tanta historia
y conoce mi leyenda,
si habré de entrar en contienda
en letanía, en rogatoria,
pues cuan ave migratoria
uno no está aquí ni allá,
no en Chile, no en Canadá,
No en Argentina, no en Francia...
y aunque parezca petulancia
que esto se entienda, ojalá,

que a esta diva yo la quiero
fuera de lumas y cascos,
bajo el sol o los churrascos...
envaino entonces mi acero
y saco el rifle callejero,
se la empato con palabras
sean buenas o macabras,
porque ahí si que soy bueno
de energía estoy relleno
y combato por la cabra.

Y aunque entenderlo le cueste
su hija es con quien me quedo,
su voz pasará a ser mi credo,
su olor mi cuna celeste
que me libre de tanta peste...
Me la traigo al palacete
¡ay! que dirán del soquete,
del cuentero del altillo,
del chusco sin ningún brillo
consumidor de tanto cuete.

Pues, aunque duerma en el sofá
y hasta a veces en el suelo,
navego en un barquichuelo
bajo la bendición de Alá,
de Viracocha y de Jehová,
que me lleva hasta esta cosa
de placeres ambiciosa,
generosa de cariño,
de mi eternidad el aliño
de lindeza borrascosa.

Pues, aunque abrace balcones
y desagüe camionetas
ya no escondo más mis tretas,
pues cambian las condiciones
pa' no ver más privaciones:
no me separan de Denisse,
la soledad no pide bis,
y dejo atrás la jarana,
la tentación camboyana
y el exceso de jachís,

dejo de lado los oficios
indecorosos que me imputan,
ve que los afectos mutan
atrayendo nuevos vicios
sean plebeyos o patricios...
ya no sé señor chucheta
si usted es payero o profeta,
sólo le muestro mi estrofa,
el corazón de alcachofa
que me escapa por la jeta...

De a ratos la poesía
surge y me creo cantante,
y aunque no venga elegante
cambia mi actual agonía
por una inmortal alegría...
Por ella me salen rimas
y me subo a las tarimas
a pregonar su humanidad,
su alma y actividad
que con gusto me echo encima,

sospecho que un ángel es
que disimular no puede,
y no lo hace na' de adrede
no esconde ningún interés...
yo, su principal feligrés,
mis oraciones le rezo
le entrego alma y pescuezo
pa' que se quede conmigo,
me amarro a su ombligo
que de amor me dejó tieso.